Un gobierno «Frankenstein» para mantenerse en el poder
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Loli izquierdo

Cada día nos relata la prensa independiente como se desmoronan las instituciones democráticas a manos de un presidente del gobierno de la nación que actúa como comparsa de independentistas, filoetarras y extrema izquierda. Ha organizado un presunto gobierno Frankenstein exclusivamente al servicio de los intereses que lo mantengan en el poder.
Recordemos la película Frankenstein. Víctor Frankenstein era un joven que creó un monstruo con restos de cadáveres al que dio vida y luego aborreció.
Lola Izquierdo Mora
No parece que Pedro Sánchez aborrezca a un gobierno montado con los partidos minoritarios y casi irrelevantes por ellos mismos. Partidos antiespañoles, que detestan nuestra Constitución, Estado de Derecho, Monarquía, nuestra legislación, nuestra idiosincrasia e historia y nuestros valores son los que sostienen a Pedro Sánchez en la Moncloa. Y por puro interés. Conocedores de que nadie como Sánchez les concederá los privilegios y prebendas que exigen para conseguir su objetivo: romper España como nación.
Pedro Sánchez es acusado de autócrata por una parte de la oposición y sus actos vienen a darles la razón.
Una de las primeras decisiones que toma el autócrata es eliminar los controles y contrapesos que ponen límite a su autoridad. Pedro Sánchez no acude a rendir cuentas al Senado desde hace más de un año. El Partido Popular, con mayoría en la cámara, ha tenido que cambiar el reglamento para que Sánchez esté obligado a acudir una vez al mes.
«En España hay esperanzas. El hecho de que Sánchez sea increpado en cada aparición pública demuestra que en la población está vivo el deseo de democracia. Nadie quiere vivir bajo el yugo de la opresión, la corrupción y la nefasta gestión»
Otra característica de los autócratas es controlar las instituciones democráticas. Sánchez ha secuestrado a la gran mayoría de ellas imponiendo en puestos de responsabilidad a fieles del partido y, en muchos casos, amigos personales.
Sánchez no defiende una sociedad civil saludable, tampoco propugna un debate público libre; huye de los partidos políticos competitivos. Y estas son las cualidades que deben tener los países democráticos.
El autócrata desprecia la independencia del Poder Judicial, base fundamental en una democracia sólida. Sánchez y su gobierno han atacado y ofendido a los jueces y magistrados por su labor en las causas de presuntos delitos de su familia, partido y gobierno. Críticas, insultos, persecuciones hacia jueces han sido la tónica normal en este gobierno.
Un autócrata es identificado por rechazar a la prensa independiente. Sánchez ha atacado con insultos, incluso con regulaciones específicas, a los periodistas que han publicado noticias relacionadas con los negocios de su mujer, el enchufe de su hermano David en la Diputación de Badajoz, la imputación del Fiscal General del Estado, las corrupciones de su ministro y número dos del PSOE, José Luís Ábalos … todas presuntas hasta que no haya condena firme.
Como recoge la Bíblia, “por sus obras los conoceréis”. Hemos conocido la forma de actuar del aspirante a autócrata también en la pandemia del Covid 19 que ha cumplido su quinto aniversario. Sánchez y su gobierno le restaron importancia no haciéndolo público hasta pasado el 8 de marzo (había que celebrar el Día Mundial de la Mujer a pesar del riesgo de contagios); no escucharon a científicos haciéndonos creer que existía un Comité de expertos que ha resultado ser una invención. Y, por supuesto, no se tomaron medidas en tiempo y forma. No llegaba el material sanitario necesario y urgente mientras nuestros facultativos se cubrían con bolsas de basura además de prohibir que las comunidades autónomas se procurasen el material imprescindible. Despierta curiosidad que, una de las causas que investiga la Justicia sea el enriquecimiento de algunos miembros del PSOE por la compra del material citado.
Pero hay más. Recordemos que el Congreso de los Diputados fue cerrado durante la pandemia para impedir la función de control al poder ejecutivo. El Tribunal Constitucional declaró ilegal dicho cierre; los ciudadanos fuimos encerrados con la prohibición de salir a la calle bajo amenaza de sanciones. Tras estos hechos concluímos que Pedro Sánchez tiene muchas coincidencias con el autócrata.
En algunos países, para acabar con la autocracia, los partidos políticos han formado amplias alianzas, coaliciones de partidos entendiendo que están obligados a buscar lo que les une aparcando sus diferencias. Así sucedió en la República Checa sacando del poder al primer ministro Andrej Babis. En Hungría (Orban) y Turquía (Erdogan) ya están organizadas esas alianzas que intentarán desbancarlos del poder.
En España hay esperanzas. El hecho de que Sánchez sea increpado en cada aparición pública demuestra que en la población está vivo el deseo de democracia. Nadie quiere vivir bajo el yugo de la opresión, la corrupción y la nefasta gestión.
Pero sería determinante que cargos públicos fueran conscientes del camino que ha tomado su jefe político. A ellos no les beneficia pero, a la nación, tampoco.