Incendios en Los Ángeles, al sur de California, ¿podrían ocurrir en España?
- Francisco Castañares Morales

rrancamos el año 2025 con gravísimos incendios forestales en el sur de California que arrasaron barriadas y urbanizaciones enteras de ciudades tan emblemáticas y conocidas como Los Angeles o Malibú, en la costa oeste americana. El 7 de enero comenzaba un complejo de hasta 6 incendios forestales simultáneos, entre los que destaca por su tamaño el Palisades Fire que, con algo más de 9.000 hectáreas arrasadas, ha sido el más grande de los ocurridos en un episodio que aún no ha terminado. Cuando escribo estas líneas, 20 días después de su comienzo, aún está activo, aunque ya controlado en un 90% de su superficie. Lo peor de este incendio no es la superficie quemada, que no es excesivamente grande para el tipo de incendios que suelen ocurrir allí. El Palisades Fire ha matado a 11 personas, ha herido de gravedad a otras 4 y ha destruido 6.837 estructuras, entre viviendas y otro tipo de edificaciones. Las ciudades más afectadas han sido Malibú y Santa Mónica, al noroeste de Los Angeles. Pero sí terrorífico está siendo el Palisades Fire, aún más mortífero es el Eaton Fire, en Pasadena, al este de Los Ángeles, que ya ha matado a 17 personas, hiriendo de gravedad a otras 9 y destruyendo 9.418 estructuras, entre viviendas, edificios comerciales y otros. El Eaton Fire ha quemado ya algo más de 5.400 hectáreas y aún permanece activo, aunque controlado en un 98% de su superficie.
Ha habido otros muchos incendios y ahora mismo están activos, además del Palisades y el Eaton Fires, otros dos que podemos considerar grandes. El Hughes Fire, que arde al noreste de Los Ángeles, lleva quemadas algo más de 4.200 hectáreas y está contenido en un 95% de su superficie. Y el Border 2 Fire, que arde al este de San Diego, muy cerca de la frontera mexicana de Tijuana, muy al sur de Los Ángeles. Lleva quemadas algo más de 2.600 hectáreas y está contenido en un 40% de su superficie.
Francisco Castañares Morales
Estos incendios tienen en común que se están produciendo en zonas de interfaz urbano forestal. Son de naturaleza urbana más que forestal y se han propagado con rapidez empujados por los Vientos de Santa Ana, pasando de las zonas forestales a zonas urbanas enclavadas en el interior o en los márgenes de los bosques. Las urbanizaciones y barriadas tienen mucha vegetación entre las casas y edificios, generalmente construidas con maderas ligeras, muy típicas en la costa oeste americana.
Con independencia de la causa de ignición de cada incidente, que aún está bajo investigación, el episodio de tan destructivos incendios hay que relacionarlo con los Vientos de Santa Ana. Estos vientos, de tipo foehn, se forman en la Gran Cuenca, entre Sierra Nevada, el sur de las Montañas Rocosas y los desiertos de Mujabe y Sonora. Sueltan su humedad, en forma de lluvia, en la cara oriental de las montañas y se secan por la presión al escalar sus empinadas pendientes, convirtiéndose en vientos muy secos y áridos, que son precisamente los responsables de desiertos como el de Mujabe y el de Sonora. Al llegar a la costa oeste americana tienen una humedad inferior al 10% y “achicharran” toda la vegetación, poniéndola en disposición extrema de arder. Los vientos, que llegan a ser huracanados al precipitarse a gran velocidad ladera debajo de las montañas, derriban torres eléctricas de alta tensión, que al tocar con la vegetación producen las chispas necesarias para que se produzca la ignición y, con ella, multitud de incendios que se propagarán a gran velocidad. No son, como se ha dicho, de sexta generación ni mucho menos, pues no llegan a interactuar con la atmósfera. Son incendios de viento, movidos por el viento, que al ser fuerte y seco y encontrar grandes cantidades de combustible disponible para arder, se propagan con rapidez y son muy destructivos.
«¿Se pueden producir en España y en Extremadura? La respuesta es un sí rotundo. Aquí tenemos grandes cargas de combustible acumuladas por décadas de abandono, multitud de zonas de interfaz urbano forestal, con pueblos, urbanizaciones y viviendas aisladas en medio del bosque o en sus zonas limítrofes»
¿Se pueden evitar? Obviamente no disponemos de capacidad para controlar los Vientos de Santa Ana, pero sí podemos actuar sobre la vegetación, regular urbanísticamente las construcciones, tanto en el lugar en el que se permiten, como el tipo de materiales que se pueden emplear, y ser muy exigentes con el trazado de los tendidos eléctricos y su mantenimiento. En todo tipo de incendios, en cualquier lugar del planeta, siempre nos encontraremos con un problema de combustible, además de factores climáticos y meteorológicos propicios para ayudar en su propagación e intensidad. La desgracia es que no vamos a poder controlar el clima ni la meteorología, pero por suerte, sí podremos controlar, gestionándolo, el combustible, que es esencial para que haya incendios.
¿Se pueden producir en España y en Extremadura? La respuesta es un sí rotundo. Aquí tenemos grandes cargas de combustible acumuladas por décadas de abandono, multitud de zonas de interfaz urbano forestal, con pueblos, urbanizaciones y viviendas aisladas en medio del bosque o en sus zonas limítrofes. Se dan en toda la costa mediterránea y en Baleares (siempre que he ido a Ibiza he tenido la impresión de que es una isla que puede quemarse entera, de una sola vez, llevándose por delante muchas vidas humanas), pero se dan también en muchas zonas forestales del interior peninsular. En Extremadura tenemos 85 núcleos de población que corren serio peligro de verse arrasados por las llamas, 50 de ellos solo en Las Hurdes. Y también tenemos vientos de tipo foehn, como el Solano (también llamado Levante o Terral), que es sin duda el más peligroso para los incendios en Extremadura. O el Gallego (también llamado Poniente) cuando afecta a la costa mediterránea.
A diferencia de lo ocurrido en el Condado de Los Ángeles, las construcciones aquí son de piedra, cementos, ladrillos y hormigones, mucho más resistentes al fuego que la madera ligera que se usa allí. Por tanto, nuestros pueblos, urbanizaciones y viviendas que hay en el interior o en los límites de las zonas de bosque se pueden aislar, tratando adecuadamente la vegetación para evitar que el fuego pueda acercarse a las casas. Como en América, las compañías eléctricas han construido sus líneas de alta tensión por donde les ha dado la gana, sin tener en cuenta los espacios naturales y forestales que pueden verse afectados.
En el próximo artículo hablaré sobre qué se puede y qué se debe hacer para evitar que ocurran catástrofes como la que en estos días viven en la costa oeste americana, que son muy parecidas a las que podemos vivir en cualquier momento aquí. Llevo años insistiendo, sin demasiado éxito por cierto, en que hay que adoptar medidas urgentes y drásticas. Ya vamos tarde, pero aún estamos a tiempo de reaccionar.