Arranca la época de peligro alto de incendios forestales
- Francisco Castañares Morales

El día 1 de junio arrancará oficialmente la época de peligro alto de incendios forestales en nuestra región y la pregunta que todos nos hacemos es qué nos espera este verano. ¿Habrá muchos incendios? ¿Serán intensos? ¿Habrá alguno especialmente grave por su tamaño e intensidad?
Es difícil hacer un pronóstico a solo unos días de que comience la época señalada en el Diario Oficial de Extremadura como la de mayor riesgo. En principio, el combustible forestal no está disponible para arder y es probable que los incendios se retrasen con respecto a lo que ha sucedido otros años, pero llegarán y seguramente ocupen más de una portada y muchos titulares en los medios de comunicación.
Hay dos cosas que son determinantes para que la campaña sea mala, muy mala o menos mala: el combustible y la meteorología. Combustible, que los que me siguen desde hace tiempo ya sabrán que es la vegetación seca o con baja humedad, hay mucho más que nunca en nuestros montes. El crecimiento medio de la vegetación en Extremadura hace que comencemos la campaña con más de 6 millones de toneladas más de las que había el año pasado por estas fechas. Además, este año ha llovido muchísimo y la hierba ha crecido en todos los rincones de la región.
Pero el combustible por sí mismo no es un problema. Para que lo sea tiene que estar disponible para arder. Es decir, tiene que estar seco o tener muy poca humedad. Y aquí es cuando entra en juego la meteorología: para que el combustible se ponga en disposición de arder es necesario que haga calor de forma sostenida durante largos periodos de tiempo y que no llueva, porque si llueve, aunque sea poco, la vegetación volverá a recuperar humedad.
El viento juega un primer papel muy importante. Si viene del este, el “viento solano” o “de levante”, será seco y contribuirá de forma determinante a “achicharrar” la vegetación, multiplicando el riesgo de que pueda quemarse. Un verano con periodos largos de viento solano puede tener en Extremadura el mismo efecto que tienen los vientos de Santa Ana en California. Los que me leen habitualmente recordarán que ya analizamos en una serie de tres artículos publicados en este mismo medio, lo que ocurrió en Los Ángeles, Malibú y otros lugares de la costa oeste americana a principios de año.
En Extremadura, afortunadamente, los vientos dominantes más habituales suelen ser de componente oeste. Aquí solemos llamarlos “gallegos” o “de poniente” y se caracterizan por venir del Océano Atlántico y contener bastante humedad. Es una ayuda silenciosa, que nadie ve ni oye, pero que es crucial para facilitar el trabajo de los medios de extinción. Si el viento sopla de componente oeste, la vegetación mantendrá unos niveles altos de humedad y arderá con dificultad, lentamente y sin demasiada intensidad. Durante la noche, el viento gallego ayudará a recuperar la humedad y eso será determinante para que nuestros bomberos forestales puedan controlar los incendios que lleguen vivos al amanecer.
Así las cosas, podemos aventurar que tendremos un inicio de temporada tranquilo, aunque los primeros incendios pueden aparecer ya en cualquier momento. En cuanto se seque la hierba, habrá incendios de pastos en zonas de dehesa y serán más frecuentes en la provincia de Badajoz que en la de Cáceres.
Serán rápidos, con longitudes de llama importantes, que en algunas zonas pueden superar los 10 metros. Serán difíciles de apagar, por lo que pueden llegar a quemar grandes superficies. No serán especialmente dañinos para el medio ambiente, no llegarán a quemar árboles salvo que haya matorral y pastos abundantes debajo de las copas, pero pueden poner en peligro a los medios de extinción y también algunos pueblos, urbanizaciones y viviendas aisladas que no hayan hecho tareas preventivas.
En Extremadura, afortunadamente, los vientos dominantes más habituales suelen ser de componente oeste. Aquí solemos llamarlos “gallegos” o “de poniente” y se caracterizan por venir del Océano Atlántico y contener bastante humedad. Es una ayuda silenciosa, que nadie ve ni oye, pero que es crucial para facilitar el trabajo de los medios de extinción
Los grandes incendios, los que queman zonas de monte denso, que son los verdaderamente peligrosos, en principio se retrasarán, pues harán falta algunas olas de calor para que el combustible grueso se seque y se ponga en disposición de arder.
Atención a los incendios que pueden provocar las plantas solares (fotovoltaicas y térmicas). El año pasado fueron responsables de al menos 12 incendios en la región, quemaron más de 1.200 hectáreas y obligaron a activar el nivel 1 del Plan Especial de Protección Civil ante Incendios Forestales en Monroy (Cáceres). La situación es preocupante pues una gran cantidad de plantas solares no han hecho hasta el momento labores preventivas y pueden crear muchos problemas este verano. La Junta de Extremadura debería inspeccionarlas todas y sancionar con dureza a aquellas que no cumplan con su responsabilidad frente al peligro de incendios que puedan ocasionar.
El combustible está, la meteorología siempre es una incógnita y, llegados a este punto, es poco lo que podemos hacer, aunque todavía estamos a tiempo de realizar desbroces en el interior y los alrededores de cascos urbanos, urbanizaciones y viviendas aisladas. Los propietarios de las fincas deberían roturar sus perímetros con suficiente anchura para frenar el avance de las llamas que procedan del exterior y facilitar el trabajo de los medios de extinción. Los responsables de carreteras, caminos públicos y vías férreas deberían realizar desbroces amplios en sus márgenes y, por último, todos debemos extremar las precauciones para evitar igniciones que, aun accidentales, pueden ser el inicio de un gran incendio forestal.